El embalaje es una parte integral de nuestra vida cotidiana, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo empezó todo? Si bien es posible que no lo piense mucho mientras toma una botella del estante, el empaque juega un papel integral en su vida cotidiana. Es más que una forma de contener productos, también se trata de cómo las marcas se comunican y atraen a los clientes.
Sin embargo, no siempre fue así. El empaque que damos por sentado hoy en día ha sido moldeado por la innovación, la necesidad y la tecnología. Este artículo explorará las principales innovaciones de la industria del embalaje, desde los primeros días hasta la actualidad. Analizaremos los hitos clave y cómo han evolucionado para satisfacer las necesidades de los consumidores y las empresas por igual.
Inicios del almacenamiento y el transporte
Los primeros humanos necesitaban un medio de almacenamiento y transporte de alimentos y otras necesidades mucho antes que las fábricas y los materiales modernos. Los historiadores creen que la gente utilizó los recursos a los que se podía acceder más fácilmente durante la era de los cazadores-recolectores, aunque no hay un registro oficial de los primeros materiales de embalaje. Entre ellos se encontraban materiales orgánicos como hojas, pieles de animales, calabazas y madera. Estas formas primitivas de embalaje eran una necesidad para la supervivencia, ya que proporcionaban una forma de transportar alimentos, agua y otras herramientas de un lugar a otro.
A medida que las sociedades progresaban, también lo hacía la necesidad de métodos más sofisticados de almacenamiento y transporte de mercancías. Sin embargo, no fue hasta las civilizaciones antiguas que el empaque realmente comenzó a tomar forma.
Vidrio de los antiguos egipcios para la realeza
Avancemos hasta el Antiguo Egipto, donde el embalaje dio un gran paso. El vidrio, aunque se consideraba un lujo en ese momento, se convirtió en un material fundamental en el desarrollo de los envases. Los egipcios descubrieron la tecnología de soplado de vidrio, que les permitió moldear el vidrio en recipientes para alimentos y líquidos. Estos recipientes de vidrio solían ser utilizados por la realeza y los ricos, ya que el vidrio era caro y difícil de producir.
Curiosamente, el vidrio utilizado en esos primeros días no era transparente, una característica que no se lograría hasta unos 500 años después. Pero la capacidad de dar forma y utilizar el vidrio para el almacenamiento fue un gran paso adelante en la historia del embalaje. La fascinación por el vidrio en Egipto inspiraría técnicas de fabricación de vidrio que se extendieron por todo el mundo antiguo.
Embalaje flexible chino antiguo
Al otro lado del mundo, la antigua China estaba haciendo sus propios avances en el embalaje. A menudo se atribuye a los chinos la invención de los envases flexibles, gracias a su desarrollo del papel.
La capacidad del papel para ser moldeado, cortado y moldeado lo convirtió en una opción natural para envolver y almacenar alimentos, especialmente después de que los chinos dominaran el arte de producirlo en grandes cantidades. Al principio, comenzaron a usar corteza de morera tratada para envolver alimentos y, a medida que mejoraron las técnicas de fabricación de papel, comenzaron a usarla para empaquetar artículos como medicamentos y té. Cuando el papel llegó a Inglaterra en 1310, ya había demostrado su valía en numerosas aplicaciones, desde la comunicación escrita hasta usos prácticos como el embalaje.
Con el tiempo, el papel se extendió a otras partes del mundo, lo que finalmente llevó al desarrollo del cartón, el cartón y las bolsas y cajas de papel que usamos para empacar hoy en día. También proporcionó el lienzo perfecto para que floreciera la industria del diseño.
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La Edad Media: barriles y cajas
Empecemos por el más icónico de los envases medievales: el viejo barril de madera. Su diseño simple los hacía ideales para viajes largos, incluidos los transoceánicos. Los barriles eran resistentes, duraderos y su forma redondeada los hacía fáciles de rodar, incluso cuando estaban llenos de productos pesados como carne salada, alimentos secos o, lo adivinaste, ron y vino. La construcción hermética de los barriles también ayudó a conservar los productos perecederos durante períodos más largos, mucho antes de la refrigeración.
Ahora, los barriles eran geniales, pero no siempre eran prácticos. Entra en juego los cajones y cajas de madera, la opción preferida para los viajes por tierra. Eran la solución perfecta para apilar mercancías en carros y vagones. Piense en ellos como la versión medieval de los paquetes planos de IKEA, solo que un poco más toscos y definitivamente menos modernos. A diferencia de los barriles, que requerían mano de obra especializada, las cajas de madera eran relativamente más sencillas de producir y podían personalizarse para adaptarse a las dimensiones de artículos específicos. Práctico, ¿verdad?
La gente recurrió a materiales de embalaje flexibles, como bolsas de cuero o sacos de tela, para artículos más pequeños o más delicados. Las bolsas de cuero eran perfectas para guardar monedas, especias y otros pequeños tesoros. No solo eran duros y resistentes a la intemperie, sino que también eran bastante elegantes.
Los sacos de tela, por otro lado, eran los mejores multitarea. Eran ligeros, reutilizables y fáciles de transportar, tanto si te dirigías al mercado como si te embarcabas en un viaje largo. La respuesta medieval a la actual frase «reducir, reutilizar, reciclar»: ¡habla de un pensamiento ecológico adelantado a su tiempo!
El mundo feliz de la Revolución Industrial
Deje que Napoleón Bonaparte ponga en marcha una revolución en el embalaje. Enfrentado a la pesadilla logística de alimentar a sus tropas en marcha, en 1795 Napoleón ofreció un premio de 12.000 francos a cualquiera que pudiera inventar un método para mantener los alimentos frescos durante más tiempo. Entra Nicolas Appert, el mago culinario que nos dio las conservas. Se dio cuenta de que si hervías los alimentos y los sellabas en recipientes de vidrio herméticos, permanecían comestibles durante meses, lo que cambiaba las reglas del juego tanto para los ejércitos como para los hogares.
Hablando de latas, hablemos de Peter Durand. En 1810, este astuto inglés patentó el uso de latas de hierro recubiertas de estaño. A diferencia del vidrio, el estaño era más duradero durante el transporte, por lo que era ideal para almacenar todo, desde galletas hasta tabaco. Estas latas estaban selladas herméticamente, protegiendo su contenido del aire, la luz y la humedad, los enemigos mortales de los alimentos frescos. No pasó mucho tiempo antes de que las latas se convirtieran en el empaque de referencia para todo tipo de productos, a medida que aumentaba la urbanización. Dato curioso: las primeras latas tenían que abrirse con un martillo y un cincel. ¡Gracias a Dios por los abrelatas modernos!
A continuación, tenemos la humilde caja de cartón, que hizo su debut en 1817 gracias a Sir Malcolm Thornhill. Si bien los chinos ya habían inventado el cartón siglos antes, Thornhill fue el genio que descubrió cómo convertirlo en cajas.
Ligeros, fáciles de almacenar y personalizables, se convirtieron rápidamente en la solución de referencia para el envío y el transporte de mercancías. Lo que es más interesante, el cartón era básicamente un lienzo en blanco. Abrió la puerta a la marca y al diseño, sentando las bases para el empaque vibrante y llamativo que vemos ahora en los estantes.
En 1851, Francis Wolle, un sacerdote estadounidense convertido en inventor, inventó la primera máquina capaz de producir bolsas de papel en masa. Estas primeras bolsas de papel eran planas y parecidas a sobres, perfectas para transportar mercancías más pequeñas.
A medida que las ciudades crecieron y las compras se convirtieron en una actividad más común, las bolsas de papel se convirtieron rápidamente en las favoritas de los tenderos y tenderos. Ligeros, asequibles y fáciles de usar, hicieron que los recados diarios fueran muy sencillos. Con el tiempo, las bolsas de papel evolucionaron hasta convertirse en las versiones robustas que conocemos hoy en día, con asas para mayor comodidad.
Cartones y cajas de cereales de XIX-XX
A veces, las mejores ideas provienen de accidentes felices. Así es exactamente como Robert Gair se topó con el concepto de cajas de cartón prefabricadas. Mientras dirigía su empresa de bolsas de papel, una de las máquinas de Gair falló, cortando en lugar de arrugar una pila de bolsas. Este error inesperado dio lugar a una idea: ¿por qué no producir en masa cajas de cartón precortadas y predobladas?
Lo que siguió fue una revolución en el embalaje. Las cajas de cartón de Gair eran livianas, fáciles de almacenar y perfectas para enviar y exhibir productos. A los minoristas les encantaron y los consumidores apreciaron su practicidad. Este invento sentó las bases para los envases modernos de venta al por menor que conocemos hoy en día, desde cajas de zapatos hasta paquetes de regalo.
Luego, los hermanos Kellogg, que no solo cambiaron el desayuno, sino que también remodelaron la forma en que se empaquetaban y comercializaban los alimentos. Después de crear sus copos de maíz en 1877, necesitaban una forma de distribuir su producto de manera eficiente y mantenerlo fresco. ¿La solución? Cajas de cartón.
Lo que realmente distinguió a las cajas de cereales fue cómo los hermanos Kellogg las utilizaron como herramientas de marketing. Los colores brillantes, las marcas llamativas y los diseños atractivos convirtieron las cajas de cereales en algo más que un simple empaque: se convirtieron en parte de la cultura del desayuno.
Damas y caballeros – Plástico
El plástico, el controvertido material de hoy en día, supuso un paso evolutivo en cuanto a los envases. Era ligero, duradero y versátil, cualidades que lo convirtieron en el favorito de los fabricantes y consumidores por igual.
El químico suizo Jacques E. Brandenberger no se propuso crear envases. En su lugar, quería inventar un tejido a prueba de líquidos. Sus experimentos con la celulosa de la madera condujeron a la creación de un material fino y transparente: el celofán. A mediados del siglo XX, se había convertido en el material de referencia para envolver mercancías. Su transparencia permitía a los consumidores ver el producto en su interior, y su flexibilidad lo hacía perfecto para todo, desde envoltorios de caramelos hasta envoltorios de ramos. Era funcional y visualmente atractivo, un verdadero ganar-ganar.
Los orígenes de Saran Wrap son tan sorprendentes como sus usos. Descubierto accidentalmente por el trabajador de laboratorio Ralph Wiley en Dow Chemical, este polímero resistente y pegajoso se usó inicialmente para proteger equipos militares durante la Segunda Guerra Mundial. Pero no se podía ignorar su potencial como artículo para el hogar. En la década de 1950, los investigadores refinaron el material, eliminando su tinte verdoso y haciéndolo seguro para los alimentos. Esa es la historia de un elemento esencial de la cocina que mantiene las sobras frescas y los sándwiches cuidadosamente empaquetados.
Otro gran accidente: ¡plástico de burbujas! Al Fielding y Marc Cavannes no estaban pensando en proteger los artículos frágiles, ya que estaban tratando de hacer papel tapiz texturizado fusionando dos cortinas de baño. Su experimento creó sábanas llenas de burbujas de aire, pero la idea del papel pintado no terminó de cuajar (imagínate eso en tus paredes, ¡casi como una celda acolchada!). Sus propiedades de amortiguación lo hicieron perfecto para proteger artículos delicados, y su pop satisfactorio lo convirtió en un excelente calmante para el estrés.
Recientemente, las botellas de tereftalato de polietileno (PET) entraron en escena a principios de la década de 1970, cambiando para siempre la industria de las bebidas. Inventadas por el químico Nathaniel Wyeth, las botellas de PET eran livianas, duraderas y capaces de contener bebidas carbonatadas sin romperse bajo presión. En comparación con el vidrio, las botellas de PET eran más baratas de producir y más fáciles de transportar. Rápidamente se convirtieron en el estándar para refrescos, agua y otras bebidas.
Conclusión: la sostenibilidad a la vanguardia del packaging actual
Los envases han recorrido un largo camino, desde materiales antiguos como pieles de animales hasta los plásticos modernos y el plástico de burbujas. Pero con este progreso viene la necesidad de centrarse en la sostenibilidad. Hoy en día, hay un gran impulso en el mundo del embalaje para reducir los residuos y encontrar soluciones ecológicas. Los consumidores son más conscientes que nunca del impacto medioambiental de los envases, y las marcas responden con opciones biodegradables, reciclables e incluso comestibles. Nuestro objetivo ahora es crear una economía circular en la que los materiales se reutilicen, reciclen y reutilicen.
A medida que crece la demanda de envases sostenibles, la industria se está volviendo creativa con nuevos materiales ecológicos. Por lo tanto, la próxima vez que compre, considere no solo el producto, sino también cómo su empaque está ayudando a proteger el planeta.